Latidos


Mientras esperaba a que mi agonía acabara de una buena vez, pensaba cómo sería mi muerte si no estuviera en este preciso momento aquí.
Pensaba en mi vida aburrida y monótona: las típicas arrugas en mi cara, canas en mi pelo y…, una muerte natural, sin dolor ni sufrimiento. Una muerte monótona.
Volví a la realidad, parpadeando (puesto que no podía moverme en mi estado) al mundo. Me había roto un tobillo, tenía varios cristales clavados en mi costado derecho y también tenía un insoportable dolor de cabeza. Aunque me estaba desangrando en el suelo tirada, no era lo que más me preocupaba ahora. Me inquietaba no volver a ver esa sonrisa resplandeciente, no volver a ver esos ojos que me llevaban a otro mundo, ni oír su voz angelical y aterciopelada, no volver a verle jamás. También no decirle la verdad de mis sentimientos, solo de pensarlo me hizo estremecer.
Pensar en ello, se me ponía la piel de gallina, era bastante aterrador. Cambié otra vez de tema de pensamiento mientras mi depredador acabara con mi tesoro más preciado. Tendría que admitir que yo sentía un lazo muy poderoso en el que nos unía a ambos, no tenía sentido porque le odiaba pero a la vez me caía bien. Yo quería salir de ese sitio, pero no, ya era hora de enfrentarme con mi destino, dejar de ser una cobarde y ser valiente, aunque fuera por una vez en mi inútil vida. Además tendría que pagar por esto, tarde o temprano, después de todo era la causante de todo, me daba un poco igual pasara lo que pasara, le perdería a él de todas formas…

CONTINUARÁ ....

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